Descripción
El Dr. Pablo Martínez es el encargado de prologar esta obra del querido D. Ernesto, buen amigo de su padre, D. José Mª Martínez, quienes fueron coautores de Escogidos en Cristo, que será reeditado próximamente. En el prólogo leemos que “Vivimos momentos difíciles para la familia. El diablo, el gran acusador que es también el gran acosador, -anda cual león rugiente buscando a quien devorar- a una de sus presas favoritas: la familia. Por ello, hoy más que nunca necesitamos palabras de edificación, exhortación y consolación” (1 Cor. 14:3). El propio D. Ernesto, sabedor de esta necesidad, tras resumir estudios y consejos dados en clases de discusión para matrimonios en España, dice que “¡Tantas parejas se lanzan al matrimonio y llegan a ser padres sin haber pensado que la paternidad y la maternidad constituyen el oficio más delicado y difícil que existe en el mundo!”. Por tal motivo, los consejos surgirán de la Biblia en primer lugar y después “nos interesa la parte práctica: que conozcamos los factores que rigen en nuestra pequeña sociedad para sacar -el sentido común- de las cosas” (pág. 17).
Trenchard aboga por esta combinación de sentido común que denomina “psicología pragmática”, pidiendo perdón a los especialistas por la sencillez del contenido y el estilo, y dirigiéndose a aquellos que “luchan con la vida y sus problemas sobre el terreno de la experiencia diaria” (pág. 11). De esta forma se aborda el enfoque sobre lo que implica la familia, la necesidad de conocer la personalidad humana, el noviazgo, el matrimonio, la paternidad, el desarrollo de la personalidad del niño hasta que abandona el hogar y la educación de los hijos donde se dedica especial atención a la educación sexual, algo que no era tan habitual cuando se redactó esta obra.
Concluimos con una cita del autor: “Corrientes modernas –especialmente las anti-autoritarias- tienden a socavar la estabilidad y la influencia del hogar, pero los cristianos evangélicos, mientras repudian despotismos desfasados, han de luchar denodadamente por mantener su integridad, conscientes de que el hogar es parte del orden divino, y de que los oponentes no presentan nada aceptable que lo sustituya” (Pág. 82).
David Vergara