Descripción
Tras la partida en los años 70 del matrimonio formado por Ernesto y Gertrudis Trenchard, se publica por primera vez una biografía sobre estos misioneros británicos de las Asambleas de Hermanos que sirvieron al Señor en nuestro país dejando una profunda huella en cientos de personas. La explicación de la tardanza siempre será complicada de entender, teniendo en cuenta que muchos de los que les conocieron añoraron un libro así, pero ya no están entre nosotros. Sin embargo, la lejanía en el tiempo, así como también el hecho de que este texto esté a cargo del Dr. Tim Grass, ya conocido por su obra anterior sobre las Asambleas de Hermanos denominada “Generaciones”, autor, redactor e investigador titular en el Colegio Spurgeon de Londres, sea afín a las iglesias bautistas y alejado del foco de las Asambleas de Hermanos, pueden servir a una mayor objetividad en ciertos aspectos que quizá sea una de las grandes prioridades en esta edición.
El relato que se presenta es histórico, bien documentado y con un lenguaje accesible y cuidado y la impresión en papel, tiene un formato agradable en el diseño y en el tamaño del libro, si bien algunos lectores más mayores seguramente hubiesen preferido un tipo de letra más grande. El acercamiento a los personajes es sobrio, podríamos decir que la descripción tiene un carácter anglosajón, guardando las distancias. Sin embargo, se utiliza el recurso tan característico de las biografías actuales de dar a conocer el lado más humano o psicológico de los personajes para explicar el comportamiento o criterios de los mismos, dejando caer distintas descripciones sobre su carácter, y es ahí donde los historiadores siempre serán subjetivos porque en la elección final es el escritor quien resalta o desecha lo que considera más oportuno para intentar acercarse a la verdad.
Como es habitual en estos casos, los que fueron testigos oculares de la vida y trabajos de los Trenchard, valorarán si el camino apuntado en esta obra, describe fielmente lo más esencial del matrimonio Trenchard tal y como les conocieron. En este sentido, un servidor recuerda el impacto de estos misioneros en mis padres, quienes como tantos otros, fueron discípulos de ellos, siendo mi madre trabajadora en la oficina de Literatura Bíblica, ministerio que promocionó el enorme legado literario de D. Ernesto y viviendo con ellos durante un tiempo en su casa, quien por cierto, es una de las hermanas que aparecen entre las fotografías que se contienen. Menciono esto porque hay una nube compuesta por cientos de testigos en nuestro país que durante décadas generó un testimonio oral sobre este matrimonio, y puedo decir que finalmente el calado espiritual ha sido tan grande que el perfil humano de los personajes aunque importante, tal vez no sea lo que más interesa a los lectores, sino su fe y legado por la impronta que dejaron con la conclusión de la epístola a los Hebreos: “Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe” (He. 13:7).
Esta obra es muy seria al dar un nutrido y excepcional retrato lleno de recursos históricos de los acontecimientos vividos por los Trenchard, aunque deja un tanto de lado el resultado final tras la siembra del evangelio que produjo el testimonio de muchos discípulos (salvo que haya una segunda parte), a los que los Trenchard amaron, dejando su lugar de origen y dando todo para traer el Evangelio y enseñar la Sana doctrina que dio lugar a una nueva generación de siervos de Dios en España.
En relación a la estructura, tras el prefacio, justificando la edición de esta biografía y la elección del autor, con el deseo de que todo sirva para levantar nuevos obreros, el libro se inicia con un prólogo de Samuel Escobar quien se congratula porque en poco tiempo se concluyó el “Comentario Expositivo del Nuevo Testamento” de Ernesto Trenchard y varios colaboradores en el año 2013, y ahora tras el libro “Escenas de la vida misionera en España”, donde se narra la experiencia de los Trenchard como misioneros en Ávila, destaca que estas páginas sirven para presentar un “modelo misionero que ama y respeta el texto de su mensaje, y lo aplica creativamente al contexto en el cual le toca cumplir con su misión”. A continuación la introducción explica que este relato de la vida y ministerio de este matrimonio no es triunfalista y tampoco les retrata como santurrones, y menciona la importancia de la familia donde había nueve hijos con la evolución por la gracia de Dios que se va apreciando, destacando tres aspectos: la educación que los Trenchard promovieron apasionadamente, el ministerio “encarnado” siendo obreros extranjeros pero que incorporaron la cultura española a muchas de sus costumbres, y su conocimiento profundo de las Escrituras, siendo “siervos de la Palabra”.
El libro, consta de nueve capítulos, y se añaden mapas, un extenso álbum fotográfico, una bibliografía excepcional y un índice analítico. Los primeros ocho capítulos detallan las etapas desde 1898-1973 divididas en los primeros años y ministerio, el matrimonio y los primeros años de ministerio, dos guerras y exilio en Inglaterra, el regreso de D. Ernesto a España (1947-1952), el ministerio en Barcelona hasta 1964 y la última etapa en Madrid hasta 1973. El último capítulo expone algunas conclusiones y una evaluación. El lector disfrutará de la lectura porque las vidas de estos hermanos fueron apasionantes, donde el sacrificio fue constante pero con la ilusión de seguir en dependencia de Dios por el amor a él y a sus semejantes, a pesar de fracasos y dificultades en muchos momentos. Nos acercamos a personajes que hoy en día casi no se dan entre nosotros, teniendo en cuenta que como se dice en las últimas páginas: “Estaban totalmente convencidos de la verdad y del poder liberador del Evangelio de Cristo, y de la autoridad divina de las Escrituras que exponen ese Evangelio. Para ellos no existía un propósito más sublime en la vida que dedicarse al amor y servicio de Dios. Eran, sin duda, seres humanos defectuosos, pero como David, sirvieron “a su propia generación conforme al propósito de Dios” (Hch. 13:36).